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Muchas personas me preguntan cuál es el punto de partida para emprender un cambio personal. Quiero decirte que no hay punto de partida, el momento es ahora. No hay más remedio que cambiar. Día a día, segundo a segundo cambiamos, seamos conscientes de ello o no. Cambia nuestro cuerpo, nuestras células y hasta nuestras relaciones.
Lo que sí puedo compartir contigo es que aunque el punto de partida sea hoy existen muchos caminos. Algunos pueden ser largos o cortos, algunos oscuros, grises y otros llenos de luz. Depende de las gafas que lleves puestas y de las herramientas que lleves en tu mochila. Puedes llevar las gafas de víctima culpando a los demás de lo que te sucede o las gafas de responsable en donde decides aceptar que sólo tú has creado tu realidad. En tu mochila no puede faltar tu corazón, él es guardián de tu alma y te proporcionará la intuición en el momento de decidir. Todo aquello que te genere bienestar será la mejor manera de entender que vas por el camino indicado. Si hay sensación de malestar es momento de sacar tu GPS y entender que tomaste una ruta que aunque te ofrezca un atajo quizás te haya sacado del camino.
Tampoco puede faltar una linterna o como mínimo antorcha te servirá para iluminar tus sombras, atreverte a enfrentarlas y con decisión integrarlas. Porque los monstruos no están afuera están dentro de ti.
Si te pesa la mochila quizás lleves piedras innecesarias, esas son las máscaras que tu ego ha construido desde tu infancia. No necesitas llevarlas puedes dejarlas cuando quieras, sólo que es importante aprender a identificar todo aquello que quieres ocultar a los demás porque te avergüenzas de ello.
No puede faltar como herramienta una pluma y un cuaderno. Te permitirá capitalizar los pensamientos que te acompañan en el día. Así podrás identificar si viajas en piloto automático pensando y reaccionando de manera inconsciente o aceptar que no sabes nada y desde la humildad disponerte a aprender de todas las situaciones y personas que conocerás en el camino.
Empaca también un espejo este te brindará certeza que el viaje es posible, seguridad, valentía y confianza para ver que los miedos son irreales y solo se superan cuando se enfrentan cara a cara.
Te servirá también una fotografía de cuando estabas pequeño(a), podrás recordar lo perfecto y maravilloso que eras cuando naciste y que tu propósito no es más que dar, conectarte con los otros y construir tu destino.
Y por último el mapa del camino, aunque tienes que estar preparado a que la vida te de sorpresas. Así que tendrás que valerte de tu flexibilidad. La realidad no es más que la proyección de la película que vives en tu cabeza y quizás sea hora de salir de la ilusión.
Con amor,
Sandra Rodríguez
Coach Personal y Entrenadora
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