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Si tu hijo se interesó por algún deporte y te pidió que lo inscribieras en una academia o ingresar a un curso los fines de semana, seguro pensaste que era una buena idea.
Así es que comienza todo…
Habrás tenido en cuenta los beneficios de realizar actividad física a temprana edad, tanto físicos; para su salud y crecimiento, como en su desarrollo personal; la construcción de bases sólidas de disciplina y determinación.
Pero no es solamente una percepción tuya.
La práctica del deporte en niños y jóvenes contribuye a “mejorar las funciones cardiorrespiratorias, musculares y la salud ósea, además de reducir el riesgo de ENT (Enfermedades No Transmisibles)”, lo señala la OMS – Organización Mundial de La Salud.
Y hay más…
“La actividad física se ha asociado a efectos psicológicos beneficiosos en los jóvenes, gracias a un mejor control de la ansiedad y la depresión. Asimismo, puede contribuir al desarrollo social de los jóvenes, dándoles la oportunidad de expresarse y fomentando la autoconfianza, la interacción social y la integración”. OMS.
¿Quieres todo esto para tu hijo?
Si tu respuesta es un rotundo “SÍ”, no querrás convertirte en un obstáculo en este proceso.
Te preguntarás cómo podría pasar…
Es más sencillo de lo que imaginas. Aquí te damos un ejemplo.
De hecho, ya habrás visto en los entrenamientos de tu hijo situaciones como esta:
Veamos…
“En pleno partido de baloncesto de su hijo, un padre se dedica a criticar e insultar al árbitro porque cree que éste les está perjudicando.
– ¡Árbitro, eso es falta! ¡Y ahora pasos! Si es que no das una…
Esto genera distintas reacciones entre el resto del público:
- Hombre, tampoco es para tanto, si acaba de empezar el partido – responde el padre de otro jugador.
– No, no, ¿cómo que no es para tanto? ¡Tiene toda la razón! Sigue, que seguro que al final nos acaba pitando a favor – añade la madre de otro”.
Un ejemplo que puedes encontrar en el Manual para Padres: deporte y valores de la Fundación Mutua Madrileña. Mutua Madrid Open.
Y no hay que ir muy lejos, esto pasa todo el tiempo en entrenamientos y competencias de niños y jóvenes de todas las edades, es como dirían algunos “el pan de cada día”.
Qué hacer para remediarlo. Aquí llegamos a un asunto clave.
Siempre pensamos en la preparación de quien está en competencia, sea fútbol, tenis, natación, baloncesto, etc. Nos enfocamos solo en el acondicionamiento físico y mental del atleta, advertimos problemas en su rendimiento, seguimos de cerca su progreso.
¿Pensamos así en su equipo? ¿Dónde dejamos la preparación de sus padres?
Sí, no estás leyendo mal, y es mucho más sencillo de lo que imaginas.
Ponte por un momento en el lugar de tu hijo. Si le dedica varias horas de su día a entrenar, a superar dificultades, a crecer en su deporte, etc., qué crees que piensa él cuando te ve fuera de la cancha actuando de forma negativa.
Allí le estás enviado un mensaje equivocado, pierde coherencia tu discurso de disciplina, compromiso y respeto.
¿Por qué?
Porque terminas demostrando que tú no sabes cómo afrontar situaciones difíciles en el momento en que compiten tus hijos, cómo ser un apoyo real para ellos desde la barrera.
La Inteligencia Emocional (IE) es clave en casos como este
Primero, repasemos de qué se trata…
La Inteligencia Emocional “determina nuestro potencial para aprender los fundamentos del autodominio, haciendo que nuestra competencia emocional muestre cuánto de ese potencial hemos dominado y podemos aplicar a esferas específicas de nuestra vida”. Emotional Intelligence, Goleman D.
Si tú, como padre de un hijo que practica deporte, entiendes que la preparación no es solo de él, que eres una ficha esencial, quien lo rodea en cada entrenamiento, en cada victoria y en la derrota, tendrás la sabiduría que te hará comprender que así como él debe preparar su mente, tú debes hacer lo mismo.
Si le enseñas en los primeros años a afrontar momentos positivos y algunos menos favorables, si evitas descargar tu frustración en él; lo que te llevaría a convertirte en un obstáculo, es allí cuando tendrás el valor para llevarlo de la mano, sin presionar más de la cuenta, escuchándolo.
Esta es una de las razones por las que en el Coaching de Vida hacemos hincapié en el desarrollo de la Inteligencia Emocional.
Somos conscientes y testigos del cambio y la transformación que se crea a través de este proceso, tanto para quien lo realiza, como para su entorno.
Nos enfocamos en la realidad particular de cada persona y proporcionamos las herramientas para aprender a manejar las circunstancias que usualmente detonan estados de ira, angustia, tristeza o frustración.
Creemos en el giro positivo desde el interior.
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